He tenido muchas pérdidas, sin embargo hay una que me cambió la vida. Cuando mi ser querido falleció de una manera trágica e inesperada, tuve una sensación de aturdimiento e incredulidad.
Mi reacción fue de negación, enfado y cuestionamiento.
“El por qué” me acompañó por mucho tiempo e incluso,
después de un año, sentía dolor y una tristeza que me comía por dentro. Me di cuenta que estas emociones repercutían en mi vida. Vivía triste, con temor, e insegura.

Esta experiencia me motivó a formarme e implicarme en un trabajo con otros, para cultivar el acogimiento del concepto de la muerte desde un lugar más amoroso y verdadero.

Parto de un modelo integrativo relacional, el pilar fundamental de mi práctica. Te acompaño con herramientas para gestionar, sostener y elaborar la transformación de una manera cercana 

y al mismo tiempo reparadora.